Jueves, 23 de Octubre de 2025 | 21:00

El oro tecnológico de Europa Oriental: tierras raras, guerra y poder en disputa

Beatriz Cáceres Por Beatriz Cáceres
Consultora en Comercio Internacional. Estrategias de Exportación para Empresas de Servicios. LinkedIn Top Voice

Bajo los campos de cultivo de Ucrania se esconde una nueva arma estratégica: tierras raras y minerales clave para la tecnología del futuro. En plena guerra, Kiev busca intercambiar ese potencial por apoyo militar. Occidente mira el subsuelo ucraniano con nuevos ojos.

 


Un dron militar cruza el cielo del este ucraniano. Su motor depende de imanes de neodimio, un metal raro que podría salir del subsuelo local. Ucrania, además de ser el “granero de Europa”, es también un cofre mineralógico: posee 22 de los 34 minerales que la Unión Europea considera críticos. Muchos de ellos están hoy bajo zonas ocupadas por Rusia. En plena guerra, Kiev busca convertir esos recursos en palanca diplomática: negocia con Washington un inédito pacto de “armas por minerales”, que le daría acceso a armamento moderno a cambio de este oro tecnológico de Europa Oriental.


Mapa de poder y reservas

La riqueza mineral de Ucrania se concentra en un cinturón geológico conocido como la “Ukrainian Shield”, que abarca regiones como Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Dnipropetrovsk. Irónicamente, estas son zonas de guerra: varios de los yacimientos más prometedores están en territorios bajo control ruso o en línea de fuego. Ucrania alberga una de las mayores reservas de litio de Europa en depósitos ubicados en Donetsk y Zaporiyia. También cuenta con enormes depósitos de grafito y vastos minerales de hierro y manganeso. Sin embargo, el potencial dista de la realidad: pese a la abundancia estimada, su producción efectiva es prácticamente nula, hoy representa menos del 2% de la oferta global. La mayoría de estos recursos no se están explotando debido a décadas de desinversión y, ahora, a la guerra.


Economía de guerra y “armas por minerales”

En febrero de 2025, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, surgió un giro inesperado en la estrategia ucraniana. En busca de ayuda militar sostenida, el presidente Volodímir Zelenski deslizó la posibilidad de un trato inusual: Occidente obtendría participación en los recursos minerales de Ucrania a cambio de garantías de seguridad y armas. El mensaje cobró forma rápidamente. A fines de ese mes, Zelenski voló a Washington para reunirse con Donald Trump y darle los toques finales a un acuerdo sobre tierras raras. El borrador del pacto señalaba que Estados Unidos “apoya los esfuerzos de Ucrania para obtener garantías de seguridad” y, a cambio, Kiev facilitaría acceso a sus metales críticos.

 

"Esta carrera no es solo por minerales: es por influencia, autonomía tecnológica y poder global en un mundo cada vez más definido por lo que yace bajo tierra"

 

Forjar este pacto ha sido complejo. Zelenski inicialmente se negó a firmar un borrador cuando descubrió que Washington exigía derechos sobre recursos valuados en 500.000 millones de dólares. Kiev consideró inaceptable la cesión de soberanía económica. Tras semanas de negociaciones, se rubricó un Memorando de Intención Trump-Zelenski. El texto otorga a EE. UU. un “derecho de primera oferta” sobre proyectos de extracción futuros y crea un Fondo de Inversión en Reconstrucción administrado por ambos países.

No obstante, surgen dudas geológicas. Expertos del think tank CSIS advirtieron que las estimaciones se basan en datos soviéticos obsoletos. Roman Opimakh, exdirector del Servicio Geológico de Ucrania, admitió: “No hay una evaluación moderna de las reservas”. Tony Mariano, geólogo estadounidense, afirmó: “Hasta donde sé, no hay depósitos económicamente viables en Ucrania”. Es decir, el pacto podría haberse firmado sobre un espejismo. A corto plazo, las armas llegarán mucho antes que los minerales.


La carrera geopolítica

La pugna por el control y el acceso a las tierras raras ucranianas ha escalado a una competencia geopolítica en la que participan las principales potencias globales. Cada actor moviliza sus intereses estratégicos y despliega herramientas de presión distintas, en una partida donde Ucrania se convierte en pieza clave del nuevo tablero mineral del siglo XXI.


Estados Unidos busca asegurar un suministro estratégico de minerales críticos y reducir su dependencia de China. Para ello, ha desplegado una política activa de apoyo militar a Ucrania, inversiones conjuntas en proyectos de reconstrucción e iniciativas diplomáticas al más alto nivel. El reciente acuerdo firmado entre Trump y Zelenski refleja esa estrategia de consolidar una alianza mineral-militar con Kiev.

 

"La geología se ha vuelto tan geopolítica como la geografía"

 


La Unión Europea, por su parte, también persigue integrar a Ucrania a su órbita económica y garantizar un acceso estable a insumos fundamentales para su transición verde. Ha impulsado memorandos bilaterales, fondos de reconstrucción e impone estándares ambientales (ESG) como condición para el acceso preferencial al mercado comunitario. Este enfoque combina incentivos económicos con regulaciones exigentes.
China, consciente de que aún domina el mercado mundial de tierras raras, actúa de forma más sutil pero no menos efectiva. Mantiene su hegemonía mediante dumping de minerales procesados, alianzas estratégicas y adquisiciones silenciosas en empresas clave. Si bien su presencia en Ucrania ha disminuido desde la guerra, sigue siendo un actor influyente por su rol en la cadena global de refinamiento.


Rusia, en cambio, ha optado por la presión directa. Controla por la fuerza varios de los yacimientos más prometedores del este ucraniano e impide cualquier desarrollo minero en esas zonas. Además, ejerce una amenaza constante sobre la infraestructura energética, utiliza la ocupación como herramienta de bloqueo económico y despliega campañas de desinformación para debilitar el respaldo internacional a Ucrania.
Esta carrera no es solo por minerales: es por influencia, autonomía tecnológica y poder global en un mundo cada vez más definido por lo que yace bajo tierra.


Riesgos y prospectiva 2025–2030

En un escenario optimista, la producción ucraniana se triplica para 2030, lo que posicionaría al país como un proveedor relevante de minerales estratégicos en Europa. Sin embargo, incluso en ese caso, el continente seguiría importando más del 60% de sus tierras raras desde Asia, en especial desde China, que conserva su dominio tanto en extracción como en refinación.


Los riesgos políticos son múltiples y persistentes. Cualquier cambio de gobierno en Kiev podría modificar las condiciones de los acuerdos vigentes, ya sea por revisión de contratos, redefinición de prioridades estratégicas o presiones internas sobre soberanía. La posibilidad de conflictos congelados en zonas mineras, como Donetsk o Zaporiyia, representa una amenaza permanente a la continuidad de proyectos extractivos y logísticos. La reconstrucción de Ucrania también podría tensionar el equilibrio entre necesidades urgentes de desarrollo y objetivos de largo plazo en minería estratégica.


Ucrania, al colocar sus recursos en el centro de acuerdos diplomáticos, se ha convertido en un laboratorio geopolítico donde convergen intereses militares, económicos y tecnológicos de escala global. Desde la negociación de pactos bilaterales hasta los desafíos de gobernanza y licenciamiento social, cada paso en torno a sus yacimientos se traduce en una apuesta por su futuro estratégico.


El caso ucraniano también expone las tensiones entre urgencia y sostenibilidad: mientras los aliados occidentales impulsan desarrollos acelerados, el cumplimiento de estándares ambientales y la estabilidad institucional siguen siendo condiciones ineludibles para que esos recursos se conviertan en motor de reconstrucción y no en fuente de conflicto.


En última instancia, el desenlace no solo marcará el destino económico de Ucrania, sino que puede redefinir el equilibrio global en torno a los materiales que darán forma a las tecnologías del futuro. De la estabilidad de este experimento dependerá que el "oro tecnológico" no sea otra maldición de los recursos, sino una palanca real de desarrollo soberano y paz duradera. Son recursos que pueden redefinir esferas de poder y al mismo tiempo dejar a sus dueños atrapados en dinámicas ajenas. La geología se ha vuelto tan geopolítica como la geografía. Entender los minerales estratégicos es entender cómo se reordena el poder global.

 

 

 

 

 

Fuente: www.NetNews.com.ar

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