Martes, 05 de Agosto de 2025 | 11:26
MEDIO AMBIENTE 04.08.2025

Talud Continental IV: Conociendo nuestros mares

Un hecho inédito ha ocurrido en Mar del Plata. Por primera vez en la historia, científicos del CONICET, en colaboración con el Museo Argentino de Ciencias Naturales, el Centro Nacional Patagónico y el Schmidt Ocean Institute, han investigado en vivo el fondo del océano a casi 4.000 metros de profundidad. La misión, bautizada Talud Continental IV, exploró una zona clave del Mar Argentino conocida por su gran biodiversidad y escaso conocimiento: el cañón submarino del talud continental. 

 


En un país que muchas veces da la espalda a su propia geografía, la misión científica ha ofrecido un gesto de pertenencia.  Por primera vez, un robot submarino, el ROV SuBastian,  se sumergió a más de 4200 metros de profundidad frente a las costas de Mar del Plata, registrando imágenes inéditas del lecho marino. 


La fundación californiana Schmidt Ocean Institute, aportó la logística con el buque oceanográfico Falkor (too) y el robot submarino ROV SuBastian, ambos diseñados específicamente para exploración científica profunda hasta los 4.500 metros, tomando imágenes en 4K en tiempo real y posibilitando la  recolección de muestras, mapeo y mediciones oceanográficas. La agenda científica fue diseñada y dirigida por los equipos de CONICET, bajo criterios propios de la ciencia argentina.


Con transmisiones diarias por YouTube que llegaron a superar el millón de visualizaciones en una sola emisión en 24 hs, quedó en evidencia el profundo y legítimo interés de los argentinos por conocer una parte inmensa, y hasta ahora oculta, de su propio patrimonio natural.

 

Un país que vuelve la mirada a su mar

A lo largo de su historia, la Argentina ha sido un país de espalda al mar. Su política pesquera, su gestión portuaria, su urbanismo y hasta su educación ambiental han tendido a ignorar la vastedad de su litoral. No solo reniega del mar: a veces también parece negar la riqueza de su Pampa Azul, ese proyecto que  desde hace más de una década, busca fomentar el conocimiento científico del océano y su protección.
En ese contexto, la misión actual no es solo una hazaña técnica: es una declaración de compromiso. Investigar el fondo marino no es una curiosidad académica, sino una estrategia de soberanía.

 

Ciencia viva, transmisión en directo

A bordo del Falkor (too), 24 biólogos, una geóloga y un equipo técnico internacional trabajaron sin descanso mientras el robot SuBastian descendía a las profundidades del Mar Argentino. Más allá de los hallazgos científicos, lo que cautivó a miles de espectadores fue la emoción genuina del equipo. En cada transmisión en vivo, los especialistas compartían su sorpresa con espontaneidad, explicaban lo que veían y transmitían en tiempo real el asombro que les generaban esos paisajes desconocidos. Así, el público no solo descubría un mundo oculto bajo el agua, sino también la pasión y entrega de quienes lo exploran.
Lo que se ve allí abajo es asombroso: corales de aguas frías, esponjas gigantes, peces abisales, estrellas de mar, una criatura gelatinosa apodada “la batatita”, descripta por científicos del CONICET años atrás pero nunca antes observada en su hábitat natural. También conocimos a la ya célebre centolla apodada “dragqueen” ya que se encontraba totalmente cubierta de lepas, pequeños crustáceos que se aferran a su caparazón como si fuera suelo marino. La fauna se muestra serena, luminosa, misteriosamente viva.
Pero también hay basura. Muchísima basura.

 

 

Lo que no debería estar

Entre los paisajes hipnóticos del fondo marino aparecen restos de redes de pesca, sogas, bolsas, y microplásticos. La escena es tan reveladora como devastadora. La contaminación ha llegado hasta donde la luz no lo hace.

Para los científicos a bordo, es un recordatorio de que todo está conectado y lo que se desecha en tierra firme puede terminar a cuatro kilómetros de profundidad, afectando ecosistemas frágiles, muchos aún no estudiados. El mensaje también es claro: no se puede conservar lo que no se conoce.

 

El futuro también está bajo el mar

El proyecto Talud Continental IV forma parte del programa estatal Pampa Azul, lanzado en 2014 (ley PROMAR) y relanzado en 2020. Según datos de la Universidad Nacional de La Plata y el CONICET entre ese relanzamiento y fines de 2023 se consolidó una fase de crecimiento significativo: en ese período se destinaron más de 200 millones de pesos a proyectos, se invirtieron cerca de 6.800 millones en obras, casi 600 millones en becas, 500 millones en campañas y 120 millones en redes de monitoreo, sumando una inversión total acumulada estimada en más de 8.200 millones de pesos 


Desde la asunción de Javier Milei, el 10 de diciembre de 2023, el manejo de los fondos públicos fue sometido a un control más estricto, alineado con una campaña anticorrupción institucional que exigió transparencia absoluta. Incluso algunos científicos denunciaron retrasos e irregularidades que se producen desde hace años: por ejemplo, cuando recibían financiamiento internacional, los importes se canalizaban vía CONICET, se pesificaban y, en varios casos, se demoraban hasta dos años en entregarse, sin actualización ni compensación, afectando directamente el desarrollo de las investigaciones.

 

Las zonas profundas del talud continental frente a Mar del Plata son áreas clave de biodiversidad, con hábitats vulnerables que podrían ser afectados por la pesca industrial o por eventuales actividades extractivas. Además, están dentro del área que la Argentina reclama como parte de su plataforma continental extendida, reconocida por la ONU en 2016. Explorar esa zona, relevar su biodiversidad y documentarla en detalle es también un acto de defensa territorial y ambiental.

 

En ese camino, contar con un CONICET fuerte, independiente de intereses económicos pero comprometido con un uso eficiente, transparente y riguroso de los fondos públicos, no debería ser motivo de disputa sino de orgullo para cualquier argentino. La política tiene la responsabilidad histórica de dejar de ver a las instituciones del conocimiento como cajas a repartir o espacios para sostener militancias. Porque lo que está en juego no es eso, sino la posibilidad concreta de construir una Argentina soberana, moderna y con futuro

 

 

 

Fuente: www.Netnews.com.ar

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